Cuando Suzuki sacó la 650 SV en 1999, lanzó un dúo que fue un éxito instantáneo. No sólo la roadster N y su deportiva hermana S son bonitas como un botón, ligeras y fáciles de manejar, sino que es el motor el que da a la Suzette su mayor baza. El bicilíndrico es todo un acierto y contribuye en gran medida a su éxito. Muy juguetón, par y furioso, reúne todas estas cualidades. El chasis es un atractivo tubo de aluminio enrejado. Los únicos defectos son la falta de equipamiento y la amortiguación excesivamente blanda.
En 2003, las SV se actualizaron. El bicilíndrico adoptó la inyección de combustible y algunos caballos más, el bastidor era completamente nuevo y el diseño presentaba líneas más angulosas. Ese mismo año, una versión 1000 casi idéntica, salvo por el motor tomado de la 1000 TLS, ofrecía el mismo contenedor con muchos más vatios, pero la euforia no estuvo a la altura de las expectativas. Las SV 1000 N y S no se renovaron al cabo de unos años.
La 3ª generación de la SV toma el nombre de Gladius. Suzuki intentó un enfoque diferente con un diseño más suave, casi femenino, que resultó ser una piedra en el zapato. La moto carecía del encanto de las antiguas SV, y las ventas se resintieron por ello.
Tras el opus Gladius, la SV vuelve a su nombre original y se beneficia de algunas mejoras menores. La silueta se acercaba más a sus inicios, y la SV 650 IV parecía volver a la receta que la había convertido en un éxito desde el principio. Continuaría así su carrera, apagándose lentamente. Aun así, es una buena moto, con un precio ajustado y unas cualidades que no han cambiado. Pero aquí está el problema. La SV no sigue el ritmo de la competencia, que se impone y moderniza a una velocidad de vértigo. El bicilíndrico en V ha perdido un poco de potencia, y sigue muy vivo, pero todo el mundo (excepto Ducati) se ha pasado al bicilíndrico en paralelo. Es así para todo: la moto parece anclada en sus fundamentos de hace 20 años, cuando es una opción divertida y sensata. Una cierta injusticia que Suzuki no parece querer corregir.
